miércoles, 19 de octubre de 2011

Algún domingo


Presencia de mil almas en la calle y ausencia de mil besos en el alma. La taza vacía hace un par de horas y llena la mochila de preguntas. Afuera merma el frío y se confunden los ojos. Fijos, miran el antes. Qué lindo era el antes, piensa. Pero lo sabe ahora que ya pasó. En el historial de la memoria, los ayeres se ven felices, en su mayoría; casi fáciles. Los días por estos lados no se ven prometedores, pero intenta una y otra vez que parezcan, al menos, vivibles. Y si vivible no es una palabra, inventemos alguna que quiera decir exactamente eso que siente de a ratos.

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