Todo
azul, negro.
Y
amarillo, a veces.
A
veces, gris.
A
veces no me quiero despertar
a
veces no me quiero dormir.
Alguien
apaga las luces
y no
hay más obscuridad.
Ya
es mañana.
*
Despertate.
No.
Que
se despierten los que someten a su cuerpo a un sueño con forma de
reloj.
Que
las mañanas están hechas para ellos.
Que
se despierten los que tienen ganas.
A mí
no me jodas.
*
Calor.
Porque acá, al medio día, hace calor.
Olor.
Porque acá, al medio día, hay olor a almuerzo.
Migas.
Porque acá, al medio día, la parte de abajo de la mesa se llena de
migas de pan, porque acá, al medio día, se come pan antes de la
comida y se toma soda con terma y hielo, o solo soda, que siempre
hay, porque el medio día es el momento en que llega el sodero y se
lleva los desvencijados sifones vacíos y deja a cambio relucientes
sifones listos para salpicar con el primero chorro que nunca es
despacito aunque lo aprietes despacito. Y el primer trago de soda que
te hace salir un poquito de gas por la nariz y hace picar un poquito
pero también es lindo. Y el calor y el olor a comida y el pan de
Galarza y la soda que salpica la cara y pica la nariz y hasta que no
estén todos los componentes presentes, la hora del medio día no
llega. Porque no.
*
Hay
sábanas. Hay calor o frío. No importa. Hay vos. Hay humo y hay
dormir o no dormir. Hay, a veces, tereré. Hay café, sino. Hay ese
aire raro de siesta. Silencioso. Quieto. No hables. El secreto es
cerrar los ojos.
*
Una
tarde ventosa y lluviosa se le dio vuelta su paraguas favorito.
Una
tarde salió de su casa sin encendedor.
Una
tarde se puso la bombacha más incómoda que tenía, y se preguntó
durante el resto del día por qué la seguía teniendo.
Una
tarde en el bondi un chabón le tosió en la cara.
Una
tarde alguien que le cae mal dijo que la tarde es el mejor momento
del día. Ella decidió nombrarlo el peor momento del día.
Después
se olvidó.
*
Sería
ideal que antes de acostarme a dormir, comience a sonar como por arte
de magia el ruido de un ventilador o aire acondicionado, pero que no
me tire viento porque al otro día se me chorrean los mocos y tengo
la voz muy muy parecida al bien recordado Alfio Basile.
Estaría
bueno también que siempre esté al lado mío tu espaldita para
rascar hasta quedarme dormida y te quedes dormido.
Estaría
bueno que la noche dure más, que cada tanto durante el día se dé
ese momento cuando todo comienza a oscurecerse, las luces de la
ciudad se encienden y las caras se van apagando, y el paisaje se va
quedando así.
Todo
azul, negro.
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