domingo, 28 de junio de 2015

Oda a la salchicha parrillera

Tu piel rosa, tersa.
Tu complicada anatomía,
interior y exterior,
no conozco realmente tus límites.
Dónde comienzas
y dónde terminas.
No siempre.
Tu presencia
tu olor
cautivan.
No es aroma.
Es olor.
Despierta
en las vísceras
-en mí-
algo indescriptible.
Nadie
o pocos
miran a otras
que están allí
a tu lado
tendidas
anhelando el momento
en que te levantas
y luces un perfecto bronceado.
Y tu forma
simple por momentos
o complicada
-como te prefiero-
sigue intacta.
Perfecta.
Todo tu ser
emana ese olor
el olor de la carne,
deshace mi boca
en ríos de saliva.
Y entonces
sin decirte nada
voy a vos.
Me entrego,
me regalo.
Tu carácter
picante
me embriaga.
La mixtura que te compone,
indescifrable.
Deleite animal,
primitivo.
Siempre llegas
antes.
Te espero más que a nadie.
Quisiera verte siempre.
Olerte,
degustarte,
regocijarme
en ese efímero instante

en que estás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario