domingo, 28 de junio de 2015

Yenaro

Genaro tiene 21 años. Tiene unos ojos azules llenos de cielo y ternura. Es rubio y se parece a Martín Palermo. Nunca me lo dijeron, pero puede ser, se sonríe. Fuma mucho porque anda nervioso, dice, pero le gustaría no hacerlo. No tanto. Dentro de dos meses, Genaro va a ser papá. Se va a llamar Francesca, pero se dice Franchesca, porque es tano el nombre, como Genaro, que se dice Yenaro. Su novia, Sole, vive en Tandil y tiene una panza que explota de amor. Genaro la extraña, pero tiene que laburar para bancar lo que se viene. Genaro es hincha de San Lorenzo y dice que de pibe iba a la cancha de seguido. Le gusta trabajar de noche, porque la ciudad de noche tiene otro color. Dice Genaro que la peor parte del día, para él, es levantarse de la cama. Y mucho más si es temprano, pero sabés que tengo algo así como un reloj interno, y nunca me quedo dormido. Le gusta cocinar pero no sabe cocinar más que unas pastas y alguna “salsa masomenos”. Genaro es tímido. Es simpático, se ríe lindo. Es lindo. Es el más chico de cuatro hermanos, pero es el primero que le va a dar un nieto a su mamá, que me llama dos veces al día a mí y dos veces el día a Sole, para chequear que esté todo bien con la panza. Genaro dice jugar muy bien al PES, pero no le gusta competir porque siempre alguno se enoja. Es lo que me pasa a mí. Durante el día, Genaro tiene mucho tiempo libre. Le ofrecí prestarle algún libro, y se sonrojó. ¿Por qué me querés prestar un libro? Porque quiero. Porque tengo muchos. Porque leer está re bueno. Porque no me importa si no me lo devolvés, mientras lo leas. Porque sí, atiné a decir. Genaro me trata de usted y me dice señorita. A veces hace chistes y luego aclara que es un chiste. Me cuenta de lo distinto que es Tandil de la Capital Federal. Me pregunta miles de cosas, se vuelve a reír lindo, y dice ser consciente de que se sentiría un poco más normal vestido de otra manera, esta ropa me pesa mucho. Me ahoga a veces. Me aleja de muchas cosas, de muchas personas. De vos no, porque no mirás mi ropa. Yo miro sus ojos azules y casi casi lo entiendo. A Genaro le gustaría seguir trabajando ahí cerquita de donde trabajo yo, porque es entretenido charlar con vos, en general la gente no me habla y las horas de laburo se me hacen muy largas. A Genaro no le gusta la violencia. Tiene un arma, dice, pero no la usó nunca. Dice que no sabe bien para qué la tiene, porque no se lo especificaron, porque sabe que nunca va a necesitarla. Nunca va a quererla. Pero ahí está. Colgando al costado de su cadera. Genaro es policía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario