Genaro tiene 21 años. Tiene unos ojos
azules llenos de cielo y ternura. Es rubio y se parece a Martín
Palermo. Nunca me lo dijeron,
pero puede ser, se sonríe. Fuma
mucho porque anda nervioso, dice, pero le gustaría no hacerlo. No
tanto. Dentro de dos meses, Genaro va a ser papá. Se
va a llamar Francesca, pero se dice Franchesca, porque es tano el
nombre, como Genaro, que se dice Yenaro. Su
novia, Sole, vive en Tandil y tiene una panza que explota de amor.
Genaro la extraña, pero tiene que laburar para bancar lo que se
viene. Genaro es hincha de San Lorenzo y dice que de pibe iba a la
cancha de seguido. Le gusta trabajar de noche, porque
la ciudad de noche tiene otro color. Dice
Genaro que la peor parte del día, para él, es levantarse de la
cama. Y mucho más si es temprano, pero
sabés que tengo algo así como un reloj interno, y nunca me quedo
dormido. Le
gusta cocinar pero no sabe cocinar más que unas pastas y alguna
“salsa masomenos”. Genaro es tímido. Es simpático, se ríe
lindo. Es lindo. Es el más chico de cuatro hermanos, pero es el
primero que le va a dar un nieto a su mamá, que
me llama dos veces al día a mí y dos veces el día a Sole, para
chequear que esté todo bien con la panza. Genaro
dice jugar muy bien al PES, pero no le gusta competir porque siempre
alguno se enoja. Es lo que me pasa a mí. Durante el día, Genaro
tiene mucho tiempo libre. Le ofrecí prestarle algún libro, y se
sonrojó. ¿Por qué me
querés prestar un libro? Porque
quiero. Porque tengo muchos. Porque leer está re bueno. Porque no me
importa si no me lo devolvés, mientras lo leas. Porque
sí, atiné
a decir. Genaro me trata de usted y me dice señorita. A veces hace
chistes y luego aclara que es
un chiste. Me
cuenta de lo distinto que es Tandil de la Capital Federal. Me
pregunta miles de cosas, se vuelve a reír lindo, y dice ser
consciente de que se sentiría un poco más normal vestido de otra
manera, esta ropa me pesa
mucho. Me ahoga a veces. Me aleja de muchas cosas, de muchas
personas. De vos no, porque no mirás mi ropa. Yo
miro sus ojos azules y casi casi lo entiendo. A Genaro le gustaría
seguir trabajando ahí cerquita de donde trabajo yo, porque
es entretenido charlar con vos, en general la gente no me habla y las
horas de laburo se me hacen muy largas. A
Genaro no le gusta la violencia. Tiene un arma, dice, pero no la usó
nunca. Dice que no sabe bien para qué la tiene, porque no se lo
especificaron, porque sabe que nunca va a necesitarla. Nunca va a
quererla. Pero ahí está. Colgando al costado de su cadera. Genaro
es policía.
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