miércoles, 13 de abril de 2011

A Jorge Luis

Déjeme decirle, señor, que nunca estaremos en la misma frecuencia. Ni yo lo entiendo a usted, ni usted me entiende a mi; y ésto, por razones más que obvias. Usted tiene la facilidad de emitir palabras difíciles que sobrepasan mi intelecto: me encandilan. Mi acostumbrada verborragia, en cambio, es más bien simple pero la complica su significado; mejor dicho, casi que carece de él.
Tampoco comparto varias de sus ideas; es decir, de las pocas que entiendo, no muchas me caen del todo bien. Pero no juzgo; la diversidad es buena. La monotonía produce bostezos y los bostezos nos mandan a dormir. Siempre dije que es mejor estar bien despierta.
Hay quienes lo idolatran; hay otros que lo incriminan con pura crueldad. Me mantengo imparcial, pues debo reconocer que tengo un poco de ambos. Esta es la historia de mi amor/desamor hacia Usted, a quien no me permito tutear por puro respeto. Es eso lo que le puedo brindar. Mi respeto.
De todas formas, seguiré acostumbrando mi mente a sus palabras, pues no se le debe temer a lo desconocido, sino sacarle provecho. Gracias entonces, por esa magia tan trascendente y encantadora.

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