Mosquitos, mosquitos. Los espanto pero me inspiran. Dándole un uso razonable a mi calurosa madrugada de insomnio, me propuse armar ésto sin fin alguno... o uno, tal vez. Animarme a que alguien me lea.
Pequeñas historias con grandes trasfondos, palabras mezcladas sin razón aparente. No pretendo gustar, sólo robar un minuto del tiempo y la atención de algún navegador perdido por las turbulentas aguas de la red.
El bonsai de la ventana me convenció. Acá estás, acá estoy.
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