miércoles, 13 de abril de 2011

Veinticuatro

Puedo decir que he vivido muchas cosas, de las buenas y de las otras. He encontrado pocas grandes amistades y he perdido muchas no tan grandes; o peor aún, se han perdido solas. He viajado sola y acompañada; he ido lejos y cerca. He olvidado y he extrañado. He saludado a la muerte de cerca. He leído hasta quedarme dormida y he escuchado las voces más lindas del mundo. Me ha acompañado la música y el silencio me ha perseguido, sin poder alcanzarme. He cocinado para alguien y la satisfacción ha sido inmensa; he degustado sidra y champagne, sushi y guiso de lentejas, y en ningún caso me he quejado. He dicho las palabras incorrectas y he callado en el momento más inoportuno. He tenido una amiga del alma y he conocido el amor, que sigue intacto. He conocido los paisajes más lindos y he disfrutado del encierro, contigo.  He escrito mucho y hablado poco, y al revés, dependiendo del momento. He comido mandarinas al sol en verano y he disfrutado un café en pleno invierno. He plantado flores y he arrancado yuyos. Me he ensuciado las manos y he mantenido la conciencia limpia. He compartido y he mezquinado, siempre que la ocasión lo amerite. He recibido presentes y he regalado mi alma. He sentido esas manos en mi piel y he abrazado todo lo que pude. He soportado insolencias y he agradecido el aguante del otro. He dormido lo suficiente. He mirado todo lo que quise. Queda tanto por delante, que todo esto parece nada. Pero a mi me alcanza.

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