miércoles, 13 de abril de 2011

Si título IV

Hola, ¿qué tal? Duermo con los ojos abiertos, beso con los ojos cerrados y tengo un nudo en la garganta.
¿Cómo saber cuándo es el momento exacto para decir ciertas cosas? Cada vez que tengo antojos de verborragia, de lo único que estoy segura es de que No es el momento justo. Esos instantes me pasan por al lado y en mi stúpida confusión no logro visualizarlos; al momento de querer sacar lo de adentro, ya pasó. Muy tarde (o muy temprano). ¿Habrá que sentarse a esperar a que se asome? ¿Y si vuelvo a no verlo?
La incertidumbre invade siempre que estoy segura de algo. Y también la ironía. ¿Será mejor no decir nada? Prefiero pensar que estoy más dispuesta a seguir equivocándome que a comenzar a callar.
"Cualquiera cuestiona, pocos responden", dijo la más Mala de todas. En lugar de cavar pozos en mi cerebro sin éxito comenzaré por hacer las preguntas adecuadas.Pero, ¿cuáles son las adecuadas? Ésa sí es una buena pregunta.
Hay que decirlo todo, largarlo, aunque siempre tal cosa venga de la mano de cientos de arrepentimientos. Me doy cuenta con el pasar de los momentos que puedo responder a casi cualquier pregunta que venga de otra persona, pero fallo en pretender que haya alguien capaz de responder lo mío. No sabré preguntar, o peor aún, no sabré aceptar cualquier respuesta que me den. De a ratos estoy casi completamente segura de que ciertas respuestas que recibo son válidas, pero temo que la verdad me de un sopapo tan fuerte que me deje abombada.
Por ahora le voy a pedir a Fogwill que desde el más allá me cuente un par de historias hasta hacerme dormir. El sueño me llama.
Hasta la próxima.

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